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{ lunes, septiembre 24 }

Tras el turbión
(conversación junto al Ramal del Molino)

Llegó la dula grande y la gran lluvia
barrió las hazas fértiles. La acequia
quedó dañada a trozos. Los marjales
sufrieron el castigo del otoño
y torrenteras
arramblaron las lindes y los surcos.

Lo que eran hortalizas es ya broza
o sólo lodazales desgraciados.

Una mañana aciaga, sólo una,
echó por tierra muchas de cariño,
labor pausada y tajo ya por gusto.
Pues
no vive nadie ahora de estas huertas,
nadie les saca el pan de su familia
(como mucho el recreo del domingo,
la verdura que sabe a lo que debe,
o un ajuste de cuentas con la prisa).


Así,
no habrá más hambres tras el aguacero
que las que a la memoria traigan
los viejos venerables de la Zubia:
...fue por la guerra o luego,
aquél otoño loco. Y vaya invierno malo
sin trigo ni pimientos ni patatas...


Alguien que los escuche, antes que mueran.